Cuando se combinan la vocación por la formación continua de un equipo humano, la siempre mágica dramaturgia de Paloma Pedrero, y un despliegue técnico a la altura del mejor de los espacios escénicos, sólo hace falta que el trato fino de una dirección suave, discreta en las formas y precisa en las órdenes, sepa “quitarle el papel de plata sin estropearlo a ese regalo tan bien envuelto”, que diría Juan Domínguez, el personaje principal masculino.
Por segunda vez en lo que va de Muestra, asistimos a una narración episódica sin excesiva progresión dramática ajena a la estructura convencional de trama, nudo y desenlace. Su fuerza radica en el desdoblamiento del rol de Juan Domínguez, lo que permite a la protagonista, Estrella, interactuar con el mejor amigo de su padre muerto, y con su padre mismo, en la representación continua de un tiempo abolido, sin necesidad de cambiar de acto ni de actores.
Ovación de gala para un montaje que debería servir por fin de entrada a los circuitos nacionales de teatro para Torrearte, una compañía con una historia prolífica en representaciones, siempre exquisita en las costuras, pero tradicionalmente ajena a mostrase fuera de casa.
V-MUESTRA-DE-TEATRO-AFICIONADO-DE-LA-COMUNIDAD-DE-MADRID.pdf
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