Vigésima jornada de la V Muestra. ‘La raíz del fuego’: una puerta entre tiempos en la que narradores y personajes intercambian sus papeles

El pasado 18 de diciembre de 2021, Teatro Estable de Leganés puso en escena La raíz del fuego, de Antonio López Arjona

“Más que el pan, sagrado es la palabra”…

Dos niñas, amigas. Un juramento. Dos vidas separadas mentalmente que el tiempo abolido une y aleja a voluntad de un dramaturgo, Antonio de La Fuente Arjona quien, sin estar presente, toma el control de la acción gracias a un texto bien cerrado y de difícil enmienda que no empero se abre al pairo interpretativo de las actrices de la Compañía.

No habría presente ni futuro, ni pasado, en una puesta en escena sin apenas conflicto que narra cómo era la vida en un valle de la España profunda algunos años antes de la Guerra; si no fuera porque la nieta de Carmen -la maestra que en misión educadora cambió la visión del mundo de los niños del pueblo- abre y cierra la narración.

Ése es precisamente el principal sostén arquitectónico de la obra. La nieta se dirige al público nada más comenzar para contar la vida de su abuela a través de los ojos de dos niñas, María y Luisa, cuya forma de entender el mundo cambió, o quizás solamente fue descubierta, tras la llegada al pueblo de las misiones. Al final, la misma narradora interviene como si fuera el cierre de la tapa de un libro. En medio, las propias niñas se convierten en narradoras y personajes de la historia, combinando edades infantiles y adultas sin que se pierda la continuidad narrativa.

Puede llegar a contabilizarse hasta un total de siete personajes en la escena, aunque solamente hay tres actrices sobre las tablas y dos actores más que aparecen representados por imágenes o voces proyectadas en off. Sin duda, un complejo reto interpretativo que MARIA JESÚS ANDRINO (Luisa) y CONCHA GÓMEZ (María y directora) solventan con notable alto.

En el contrapunto, quizás la división del espacio escénico en tres zonas perfectamente delimitadas no está en correlación con la estructura caótica del tiempo, desaprovechando la inercia de unos diálogos tan cuidadosamente estudiados que continuamente invitan al público -testigo directo invitado por las tres narradoras y por ende “casi un personaje más de la obra”- a imaginar el entorno en el que se desarrollarían los acontecimientos.

En conclusión, Teatro Estable de Leganés saca buen partido de una dramaturgia brillante, contemporánea e inédita, lo que acrecienta el mérito de afrontar un estreno sin el sosiego de saber que acaso ya hubiera dado buenos frutos en anteriores justas.

Agradecimientos:

Centro Cultural Rigoberta Menchú, Ayuntamiento de Móstoles, Teatro Estable de Leganés, Universidad Rey Juan Carlos, Ayuntamiento de Madrid.

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