Decimosegunda jornada de la V Muestra. Trasluz nos muestra cómo todos podemos ser García

El viernes 4 de junio fue el turno para Trasluz, que puso en escena Rebeldías Posibles, de los autores Luis García- Araus y Javier García Yagüe

El Grupo de Teatro TRASLUZ fue fundado en el año 2008. Asiduo en el circuito de certámenes y festivales españoles de los últimos años, ya participó en la tercera edición de la Muestra de Teatro de la FETAM con la obra El Triángulo Azul, posiblemente la que podría ser su obra insignia y que, precisamente, mejor avala el carácter sociocultural, histórico y reivindicativo de los montajes que realiza. El último de ellos es Rebeldías Posibles, con texto de Luis García-Araus y Javier G. Yagüe, y dirigida por Pedro Santos.

Si bien es cierto que el guion de Rebeldías Posibles no posee la fuerza narrativa de otras dramaturgias socio reivindicativas universales, también es cierto que sí destaca por su acercamiento hacia los problemas cotidianos de una sociedad contemporánea que pone a prueba la paciencia, la ingenuidad y, en definitiva, el hartazgo de los ciudadanos de a pie que asisten impávidos a la normalización del menoscabo continuado de sus derechos más elementales.

El protagonista de la historia, García, es un hombre corriente que reclama a una compañía telefónica la devolución de 28 céntimos. Gracias a su integridad y tenacidad, muchos deciden también acabar con los abusos a los que son sometidos en esta sociedad moderna, como la desidia de un ayuntamiento para atender el arreglo de una casa derrumbada, la desatención de la sanidad pública sobre una hija que no come; o la pasividad clerical para la concesión de una apostasía de la Iglesia Católica. De este modo, surgen en la sociedad muchos otros que se hacen llamar García para luchar por un mundo más justo.

En este escenario, en el que narrativamente nos encontramos más cerca de una sucesión compuesta de anécdotas que de una composición dramática pura, el trabajo de dirección es fundamental para transformar un cuento realista en una verdadera obra de teatro con al menos todos sus elementos de serie incorporados.

En ese sentido, una de las aportaciones más destacable del director es la refinada técnica de la que el espectáculo hace gala para transitar de una escena a otra, logrando que el espectador se sitúe en un contexto diferente, tanto narrativo como escenográfico, sin alterar el ritmo dramático.

Otra característica de la representación, tan peculiar (por ser menos acostumbrado en el teatro contemporáneo) como brillantemente aplicada, es cómo resuelve la ya aludida ausencia de volumen dramático mediante la incorporación de logradas metáforas visuales a cargo de coros compuestos por los mismos actores cuyos personajes ‘descansan’ de la narración en determinadas escenas.

En el lado de lo mejorable, quizás debería ponerse más atención en la proxemia teatral; ese ‘medir bien las distancias’ para que las relaciones espaciales entre los propios intérpretes; y las de estos con los elementos escénicos, los elementos técnicos, y el propio patio de butacas, hubieran rayado al mismo nivel de la maestría aplicada en la fusión de las diferentes escenas.

El resultado es, en definitiva, un montaje muy bien estructurado, que tiene la intención absolutamente premeditada de poner en alerta la conciencia social del espectador sobre algunos temas que le afectan directamente.

Contado con mucho humor y una desenvuelta interpretación de un elenco que cree en lo que representan sus personajes -eso se nota-, logró congregar a la salida del centro cultural a una numerosa porción del respetable que pareciera estar manifestándose al grito de “¡Todos somos García!” mientras departían sobre la temática con el equipo humano de TRASLUZ.

Agradecimientos:

Centro Cultural Sara Montiel, Asociación Grupo de Teatro San José de Calasanz, Universidad Rey Juan Carlos, José Luis Panero, Ayuntamiento de Madrid.

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